Iader

Recientemente se ha librado de una injusta acusación de homicidio, pero para ello tuvo que colaborar con algunos oficiales de la facción de César, y ahora se está preparando una venganza contra él por parte de sus adversarios.

A Quintilio no le queda otra solución que huir, intentando dejar atrás o eliminar a los sicarios que le pisan los talones. Le acompaña en la huida el liberto Hicesio, un erudito secretario de origen griego, ya de cierta edad, sobre el que pende una sentencia de muerte por los mismos motivos. La insólita pareja de fugitivos se ve obligada a realizar malabarismos moviéndose clandestinamente por las vías consulares de la Galia Cisapina.

En un intento por salvar sus vidas, los dos acaban en las inexploradas paludes del río Padusa, cerca del delta del Po, y prosiguiendo con su huida, encuentran protección en un destacamento del Cuerpo de Ingenieros que está trazando una centuriación de tierras incultas en Iader, Dalmacia. Pero las cuentas pendientes no pueden saldarse simplemente recurriendo a los tribunales, por lo que ambos tendrán que inventar una novedosa solución.